viernes, 4 de noviembre de 2011

SIN CONCIENCIA (4)

Antes de seguir con el libro del Dr. Robert Hare, un poco de humor no exento de verdad:

Dr. Robert Hare
Sin Conciencia – El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean
Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths Among Us (1993 y 1999)

Falta de empatía

Muchas de las características que muestran los psicópatas —especialmente su egocentrismo, la falta de remordimientos, las emociones superficiales y la proclividad al engaño— están estrechamente asociadas a una profunda falta de empatía (…) Parecen incapaces de «ponerse en la piel» de los demás, excepto en un sentido puramente intelectual. Los sentimientos de los demás no son de su interés.
En algunos aspectos, son como los androides de ciencia ficción, no tienen emociones. Son incapaces de imaginar las experiencias humanas reales.
Los psicópatas ven a la gente como meros objetos que les pueden dar gratificaciones. El débil y el vulnerable —de quienes se ríen más que otra cosason sus objetivos favoritos.
Para sobrevivir tanto física como psicológicamente, algunos sujetos normales desarrollan un grado de insensibilidad considerable hacia grupos de personas específicos. Por ejemplo, los médicos que son demasiado empáticos con sus pacientes no tardan en sentirse abrumados y su efectividad como profesionales disminuye. Para ellos es conveniente generar cierta insensibilidad hacia un grupo específico de personas. De la misma forma, los soldados, gángsters y terroristas son entrenados —con mucha efectividad, como ha demostrado la historia una y otra vez— para ver al enemigo como menos humano de lo que es, como un objeto sin vida interior.
Los psicópatas, sin embargo, muestran una falta de empatía general: con respecto a los derechos y al sufrimiento tanto de los miembros de su familia como de los extraños. Si mantienen sus vínculos con sus esposas e hijos es sólo porque los ven como posesiones, como sus aparatos de música o sus coches. La verdad es que es difícil evitar llegar a la conclusión de que algunos psicópatas están más preocupados por el funcionamiento de su coche que por sus seres «queridos». Uno de nuestros sujetos dejó que su novio abusase de su hija de 5 años porque «me tenía harta. Ya no podía practicar más sexo esa noche». A esa mujer le costaba entender por qué las autoridades le habían quitado a su hija. «Me pertenece a mí. Su bienestar es asunto mío.» De todas formas, no protestó mucho más, ciertamente no tanto como cuando le embargaron el coche, durante la vista de la custodia, por no haber pagado las multas de tráfico.
Debido a su incapacidad para apreciar los sentimientos de los demás, algunos psicópatas son capaces de una conducta que la gente normal encuentra no sólo horrible, sino también desconcertante. Por ejemplo, pueden torturar y mutilar a sus víctimas con la misma actitud con la que nosotros trinchamos el pavo el día de Acción de Gracias.
Sin embargo, excepto en las películas y en las novelas, muy pocos psicópatas cometen ese tipo de crímenes, aunque siempre se trata de acciones devastadoras para sus víctimas: desangrar parasitariamente las posesiones, los ahorros y la dignidad de los demás; hablar y tomar todo lo que quieren de una manera agresiva; no preocuparse por las necesidades básicas de su familia, ni de su bienestar físico ni emocional; mantener relaciones sexuales impersonales y triviales sin freno; etc.

Persona manipuladora y mentirosa

Mentir, engañar y manipular son talentos naturales para los psicópatas.
Dotados de una gran imaginación y centrados en sí mismos, los psicópatas parecen increíblemente ajenos a la posibilidad —o incluso a la certeza— de ser descubiertos. Cuando se les pilla con una mentira o se les inquiere con la verdad en la mano, casi nunca se avergüenzan o muestran perplejidad, simplemente cambian de historia o intentan reordenar los hechos de manera que parezcan consistentes con la mentira.
Los psicópatas parecen estar orgullosos de su habilidad para mentir. Cuando se le preguntó a una mujer con una puntuación muy alta en el Psychopathy Checklist si mentía con facilidad, rió y contestó: «Soy la mejor. Y soy tan buena mintiendo porque a veces admito algo malo sobre mí misma. Todo el mundo piensa, entonces, que si admito esto o lo otro el resto debe de ser verdad». También decía que algunas veces «añado un poco de sal» a la historia, un poco de verdad. «Si la gente piensa que algo de lo que dices es cierto, normalmente piensan que todo es cierto.»
La indiferencia del psicópata a ser descubierto es extraordinaria; hace que el oyente se plantee su propia capacidad psíquica. Por eso es tan frecuente que el oyente se crea la mentira.
Con esa labia y facilidad para mentir, no sorprende que los psicópatas tengan tanto éxito a la hora de mentir, defraudar, timar, estafar y manipular a los demás y que no tengan el más mínimo remordimiento al hacerlo. Lo normal es que no tengan problemas en describirse como artistas del fraude y del timo. Sus afirmaciones revelan su creencia de que el mundo se divide en «los que dan y los que toman», depredadores y víctimas, y que serían muy tontos si no explotasen las debilidades de los demás.
Algunas de sus operaciones son elaboradas, bien planeadas, mientras que otras son bastante sencillas: engañar a varias mujeres al mismo tiempo o convencer a amigos y familiares para que le dejen algún dinero para «salir de un trance». Sea lo que sea, siempre es llevado a cabo de una manera fría, segura y descarada.
Esa gran capacidad para timar a un amigo o a un enemigo (les es indiferente) les da a los psicópatas una gran facilidad para perpetrar fraudes, desfalcos y suplantación de identidad.
Los reclusos psicópatas aprenden a usar los servicios del centro penitenciario para obtener algún beneficio o para dar determinada imagen al comité de la concesión de la libertad condicional. Siguen cursos, se apuntan a programas antidroga o para alcohólicos, ingresan en grupos religiosos o casi religiosos y adoptan cualquier moda que pueda contar en su favor, no para «rehabilitarse», sino para parecer que lo hacen. No es raro que, por ejemplo, declaren haberse convertido al cristianismo para anotarse un punto de cara al comité que asigna la libertad condicional y para aprovecharse de la comunidad creyente en la que se meten.

Portador de emociones superficiales

«Soy el hijo de puta más frío que conocerá en su vida.»
Así se describía Ted Bundy a la policía cuando le detuvieron.
Los psicópatas parecen sufrir una especie de pobreza emocional que limita el rango y la profundidad de sus sentimientos. Suelen aparecer como seres fríos y sin emociones, pero hay ocasiones en que muestran sentimientos, aunque apagados. Observadores entrenados, se llevan la impresión de que actúan y de que no muestran lo que sienten.
Por regla general dicen experimentar emociones fuertes, pero son incapaces de describir las sutilezas de diferentes estados afectivos. Por ejemplo, igualan amor a excitación sexual, tristeza a frustración y rabia a irritabilidad.
Esta aparente falta de afecto y profundidad de emociones condujo a los psicólogos J. H. Johns y H. C. Quay a decir que el psicópata «conoce la letra pero no la música de la canción».
Para la mayoría de nosotros, el miedo y la aprensión están asociados con una variedad de sensaciones corporales desagradables, como sudor en las manos, el corazón «a toda marcha», la boca seca, los músculos tensos o débiles, temblores y hormigueo en el estómago.
También describimos el miedo en términos de las sensaciones corporales que las acompañan: «Estaba tan aterrorizado que el corazón se me puso en la garganta»; «Intenté hablar, pero se me secó la boca», etc.
Estas sensaciones corporales no forman parte de lo que los psicópatas experimentan cuando sienten miedo. Para ellos, el temor —y el resto de emociones— es incompleto, superficial, más cognitivo que otra cosa y sin el terremoto psicológico que la mayoría de nosotros sentimos como desagradable. Por ello mismo, nosotros deseamos reducir o evitar el miedo y ellos no.

Capítulo 4

EL PERFIL: ESTILO DE VIDA

Impulsividad

Los psicópatas no suelen pasar mucho tiempo sopesando los pros y los contras de un curso de acción o considerando las posibles consecuencias. «Lo hice porque así lo sentía» es una respuesta típica.
A una temprana edad, la mayoría de los niños ya han empezado a posponer el placer, comprometiéndose con las restricciones del ambiente. Un padre puede usar una promesa para aplacar los deseos de un niño de 2 años, al menos temporalmente, pero los psicópatas no parecen aprender esta lección: no modifican sus deseos, simplemente ignoran las necesidades de los demás.
Un día u otro, sus familiares, jefes y compañeros de trabajo sufren las consecuencias de su voracidad. La gente normal no se explica lo que ha sucedido: abandonan los empleos, rompen las relaciones, cambian los planes, saquean sus hogares y hieren a la gente, frecuentemente por razones que no son más que nimiedades. Como decía el marido de una psicópata a la que estudié: «Se levantó de la mesa y se fue, y ésa fue la última vez que la vi en dos meses».
Los psicópatas tienden a vivir al día y a cambiar de planes frecuentemente. No le dan mucha importancia al futuro. No les preocupa lo que suceda mañana. De hecho, tampoco les importa mucho el pasado.

Poco control de su conducta

Aparte de ser impulsivos —actúan sólo por la satisfacción del momento—, los psicópatas reaccionan muy rápidamente a lo que pueden percibir como insultos o desaires. La mayoría de nosotros tenemos poderosos controles inhibitorios sobre nuestra conducta; incluso si quisiésemos responder agresivamente no podríamos hacerlo. En los psicópatas, este control inhibitorio es débil y la más pequeña provocación es suficiente para sacarlos de sus casillas.
Como resultado de ello tienen la cabeza caliente y tienden a responder a la frustración, al fracaso, a la disciplina y a la crítica con repentina violencia, amenazas y ataque verbal. Se ofenden muy fácilmente. Se enfadan y se muestran agresivos ante trivialidades y, frecuentemente, en un contexto que a los demás les parece inadecuado. Pero sus estallidos, que pueden ser extremos, son generalmente de poca duración y una vez acabado el episodio actúan como si nada hubiese pasado.
Aunque los psicópatas tienen un pronto fuerte y muestran conductas agresivas con rapidez, su comportamiento no está fuera de control. Al contrario, cuando los psicópatas «disparan», aunque parezca que les da una pataleta, saben exactamente lo que están haciendo. Sus acciones agresivas son «frías»; carecen de la excitación emocional que experimentamos los demás cuando perdemos los estribos. Por ejemplo, preguntamos a un recluso que puntuó alto en el Psychopathy Checklist si había perdido alguna vez el control y respondió: «No. Siempre tengo el control. Por ejemplo, soy yo quien decido el daño que le voy a hacer al tipo».
Los psicópatas tienen una gran necesidad de excitación: desean vivir en la cuerda floja o «al límite», donde está la acción. En muchos casos, la acción consiste en romper flagrantemente las normas sociales.
Algunos psicópatas toman una gran variedad de drogas como parte de su búsqueda de algo nuevo y excitante, y frecuentemente se trasladan de un lugar a otro, de trabajo en trabajo, buscando un nuevo y refrescante colocón.

Falta de responsabilidad

Las obligaciones y los compromisos no significan nada para los psicópatas. Sus buenas intenciones —«No volveré a engañar a nadie jamás»— son promesas que se las lleva el viento.
Las historias sobre desfalcos y préstamos no devueltos, por ejemplo, revelan cómo se toman el asunto de las deudas. «Mi pequeña lo es todo para mí. [...] Haría cualquier cosa para que ella tuviese lo que yo no tuve en mi infancia.» Las trabajadoras sociales y exmujeres saben que estas expresiones de filantropía sólo merecen su escepticismo. Con esposos psicópatas, es común que no hayan conseguido, ni una sola vez, las pagas designadas por el juez para el mantenimiento de los niños.
La irresponsabilidad y la poca credibilidad de los psicópatas se extiende a todas las facetas de sus vidas. Su rendimiento en los trabajos es errático, con frecuentes ausencias, mal uso de los recursos de la empresa, violaciones de la política empresarial y traición a la confianza depositada en ellos. Son incapaces de mantener los compromisos con la gente, las organizaciones o los principios éticos.
En su libro sobre Diane Downs, Ann Rule describe una pauta de conducta parental irresponsable típica de los psicópatas. Downs dejaba a sus hijos solos sin niñera ni nadie que los cuidase. Los niños, de edades comprendidas entre los 15 meses y los 6 años, estaban, según los vecinos, hambrientos, emocionalmente desamparados y faltos de los cuidados mínimos (se les había visto jugando afuera en invierno sin zapatos ni abrigo). Downs juraba amar a sus hijos, pero su insensible indiferencia respecto al bienestar físico y emocional de los mismos dice lo contrario.
Esta indiferencia respecto al bienestar de sus hijos —y de los hombres y mujeres que viven con ellos— suele ser una constante en los psicópatas. Algunos, como Diane Downs, insisten en que sus hijos lo son todo para ellos, pero sus acciones contradicen a sus palabras.
Frecuentemente, dejan a sus hijos solos durante largos períodos o al cuidado de niñeras. Una de nuestros sujetos y su marido dejaban a su niño de un mes con un amigo alcohólico. En una ocasión, el amigo se emborrachó y se quedó dormido. Cuando despertó, había olvidado que estaba haciendo de niñera y se fue. Los padres volvieron unas ocho horas después y se encontraron que las autoridades se habían hecho cargo de su hijo. La mujer estaba indignada por el asalto a sus derechos parentales y, de hecho, acusó a las autoridades de privar a su hijo del afecto y amor de sus padres, una posición que mantuvo incluso después de ser informada de que su hijo padecía de malnutrición.
Los psicópatas no dudan en utilizar los recursos familiares y los recursos de sus amigos para salir de dificultades. Uno de nuestros sujetos, una mujer que desde niña no ha parado de dar disgustos a sus padres, los indujo en una ocasión a poner su casa como fianza después de ser acusada de tráfico de drogas. Como era de esperar, no respetó los acuerdos de la fianza y ahora los padres luchan denodadamente por mantener su casa.
A los psicópatas no les detiene el hecho de que sus acciones puedan causar estragos en otras personas.
En muchas ocasiones los psicópatas tienen éxito en salir airosos de los problemas —«He aprendido la lección»; «Tienes mi palabra de que no sucederá de nuevo»; «Ha sido sólo un malentendido»; «Confía en mí»— Y a la hora de convencer a los jueces de sus buenas intenciones y su formalidad tampoco andan mal.

Problemas de conducta en la infancia

La mayoría de los psicópatas empiezan a mostrar importantes problemas de conducta a una temprana edad. Estos problemas pueden ir desde la mentira constante al robo, el ausentismo escolar, las escapadas de casa, el abuso de sustancias, el vandalismo, la provocación de incendios, la violencia, el mal comportamiento en clase y la sexualidad precoz. Debido a que muchos niños muestran algunas de estas conductas en un momento u otro, especialmente niños educados en familias con problemas, es importante enfatizar que la historia de estas conductas en el psicópata es mucho más seria y prolongada que en los demás, incluso si se le compara con los niños salidos de la peor extracción social y familiar.
El niño psicópata suele provenir de una familia equilibrada, pero de repente empieza a robar, tomar drogas, hacer novillos y tener experiencias sexuales a la edad de 10 o 12 años.
Una temprana crueldad con los animales es normalmente un signo claro de problemas emocionales y de conducta.
Los psicópatas adultos suelen describir su crueldad infantil hacia los animales como hechos ordinarios, incluso divertidos. Un hombre que puntuó muy alto en el Psychopathy Checklist se reía mientras nos contaba que a la edad de 10 u 11 años disparó «a un chucho muy pesado» con una escopeta de perdigones. «Le disparé en el culo y se puso a llorar hasta que murió.»
La crueldad con los otros niños —incluidos sus amigos— también es parte de esa incapacidad para experimentar la empatía necesaria para aplacar los instintos que tenemos de infligir dolor a los demás, aunque estemos enfadados. «Las impactantes cosas que le hizo a la muñeca de su hermana pequeña eran avisos, pero las pasamos por alto —me contaba una madre— Sin embargo, cuando intentó asfixiar a su hermana en la cuna y sacarle la piel del cuello con unas tijeras, nos dimos cuenta con horror de que debíamos habernos fiado de nuestras intuiciones desde el principio
Aunque no todos los psicópatas adultos dan tales muestras de crueldad en su juventud, prácticamente todos se meten en una amplia variedad de dificultades: mentiras, robo, vandalismo, promiscuidad, etc.
Es interesante, sin embargo, observar cómo los medios de comunicación nos informan de la sorpresa de vecinos y testigos ante estos actos: «No puedo creer que haya sido capaz de algo así; nada nos hizo pensar que llegaría a hacer algo así». Las reacciones de este tipo reflejan no sólo la capacidad del psicópata para manipular la impresión que dan a los demás, sino la poca atención que solemos prestar a la historia temprana de estas personas.

Conducta antisocial del adulto

Los psicópatas consideran que las reglas y expectativas de la sociedad son sólo inconvenientes, impedimentos poco razonables a la plena expresión de sus inclinaciones y deseos. Ellos ponen sus propias reglas, tanto de niños como de adultos. Los niños impulsivos y mentirosos a los que les falta empatía y que ven el mundo como su campo de batalla particular seguirán siendo así una vez adultos. La continuidad de la conducta antisocial y egoísta de los psicópatas es verdaderamente impresionante. En gran medida, esta continuidad es la que ha llevado a muchos investigadores a afirmar que la aparición temprana de conducta antisocial es un buen predictor de criminalidad y otras conductas problemáticas en adultos
No todos los psicópatas acaban en la cárcel. Muchos de sus actos quedan fuera del alcance de la ley o se encuentran en ese territorio donde se mezcla lo legal y lo ilegal. Para muchos, su conducta antisocial consiste en llevar a cabo negocios cuestionables, prácticas profesionales poco éticas, abusar de sus esposas o hijos, etc. Muchos otros hacen cosas que, no siendo ilegales, son inmorales o dañan a los demás: son mujeriegos, engañan a su esposo/a, niegan a su familia el mínimo bienestar físico o psíquico, o hacen un uso irresponsable de los fondos de su empresa, por citar algunas. El problema de las conductas de esa clase es que son difíciles de documentar y evaluar sin la ayuda de la familia, los amigos, los conocidos o los socios.

El cuadro completo

Por supuesto, los psicópatas no son los únicos que llevan vidas socialmente reprobables.
Por ejemplo, muchos delincuentes tienen algunas de las características descritas en este capítulo, pero no se les considera psicópatas porque son capaces de sentir culpa, remordimientos, empatía y emociones profundas. El diagnóstico de psicopatía se lleva a cabo sólo cuando hay una evidencia sólida de que un individuo tiene el perfil completo de psicópata, esto es, cuando presenta la mayoría de los síntomas descritos en este capitulo y en el anterior.
Mientras la delincuencia (y la conducta socialmente desviada que ayuda a definir al psicópata, aunque no por completo) suele ser alta entre las clases bajas y aumenta en el conjunto de la sociedad, no sabemos si el número relativo de psicópatas también está en aumento. Los sociobiólogos creen que la conducta depende de factores genéticos y dicen que la psicopatía va en aumento sencillamente porque los psicópatas son gente promiscua y tienen muchos hijos, algunos de los cuales pueden heredar la predisposición al trastorno.
En los próximos capítulos, hablaremos de esta teoría y de sus escalofriantes implicaciones. Antes de hacerlo, sin embargo, es necesario estudiar los aspectos conocidos de este enigma. El siguiente paso nos llevará a analizar el papel de la conciencia en la regulación de la conducta.

6 comentarios:

Xoco dijo...

Pues ya es irónico que el de los armónicos «conozca la letra pero no la música de la canción». ;)

Aunque casi me preocupa más la connivencia de la mayoría de personas sanas frente a estos trastornos psicológicos, habrá personas que en su casa estarán diciendo "vale ya de atacar a este pobre hombre", a medida que publiques más artículos sobre la psicopatía en general o sobre algún psicópata en particular, más aumenta el riesgo del victimismo y de la lástima hacia el enfermo mental.

Pero es que la sociedad y este sistema nos dan tantos palos cotidianamente, y son tantos los inputs que recibimos a diario de violencia gratuita y de injusticias humanas y sociales, que la gente se acostumbra a todo (gran virtud/defecto del ser humano), y pierde el interés de solucionar las cosas definitivamente, hemos aceptado todos un contrato implícito que no hemos firmado y que nos está destruyendo como seres humanos.

http://www.treecreativity.com/2011/11/el-contrato-yo-acepto.html

Anónimo dijo...

Sino fuese porque lo ha escrito un americano, parecería que estuvieras describiendo a Starviewer.

Anónimo dijo...

Y ya sabes, el que documenta y delata sus delitos, es un mentiroso, un arpío, está lleno de rencor y de odio, o pagado por multinacionales (que no tendrán otra cosas que hacer) para destruirlos... Qué EGO, mon dieu!...
Por cierto, ¿no es Rafael López Guerrero el que se harta de decir en sus conferencias que él ya esta libre de EGOS? En boca del psicópata, eso es exactamente al contrario. Por eso se piensa y hace creer a todo el mundo que él es tan importante que está siendo perseguido por la CIA, porque no tiene EGO... Pringao...

Anónimo dijo...

Cuando alguien ha sufrido a un psicópata, es el peor escenario de terror (emocional, a veces físico) que uno pueda imaginar. Bueno, el peor es el silencio de los corderos...

Anónimo dijo...

Tavo, creo que el piltrafilla de RLG no es consciente de su estado.

Anónimo dijo...

El Psicópata (y RLG) es ABSOLUTAMENTE CONSCIENTE de cada paso que da. Uno no es más bueno ni mejor persona por dar nombres equivocados o interpretar las cosas erróneamente. No se le hace ningún favor a él (más bien al contrario, se seguirá aprovechando y riendo de los que piensen que él es un "enfermo"), y sobre todo NO SE LE HACE ABSOLUTAMENTE NINGÚN FAVOR A SUS VÍCTIMAS. A ver si vamos pensando ya de una P..A vez en ellas. Que luego hay mucha manifestación contra el terrorismo, mucho blog para desenmascarar a los malos, pero cuando se tiene el psicópata de cara todo el mundo se ENCOGE...