viernes, 17 de febrero de 2012

SIN CONCIENCIA (7)


Dr. Robert Hare
Sin Conciencia – El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean
Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths Among Us (1993 y 1999)

Capítulo 9
MOSCAS EN LA TELARAÑA

La mayoría de la gente acepta las reglas de la interacción humana. Pero existen quienes utilizan su aspecto exterior y su encanto —natural o adquirido— para conseguir que los demás hagan lo que ellos desean. Después, las necesidades y vulnerabilidades de cada «víctima» determinan el resultado del intercambio. Generalmente, los resultados son relativamente inofensivos, son parte de las interacciones cotidianas entre las personas.
Pero en los casos en los que un psicópata está implicado, el impacto sobre la víctima puede ser catastrófico. Los psicópatas tienden a ver cualquier interacción social como una oportunidad para «alimentarse», una contienda, un desafío de voluntades, en las que sólo puede haber un ganador. Sus intenciones son manipular y conquistar, despiadadamente y sin remordimientos.

LA HORA DEL ESPECTÁCULO

Como he comentado anteriormente, a pesar de que los psicópatas pueden hablar muchísimo, no son necesariamente diestros maestros de la palabra. Lo que atrae nuestra atención y nos engaña es esencialmente el «espectáculo», no el uso elocuente del lenguaje.
Miradas amables, un toque de carisma, un diluvio de palabras, distracciones ingeniosas, pericia para saber cuáles son los puntos que presionar; todas esas estrategias les sirven para ocultar que detrás de lo que dicen sólo hay un «guión» calcado de algún otro lugar. Un psicópata guapo y con facilidad de palabra y una víctima con «puntos débiles» evidentes es una combinación devastadora. Si su «espectáculo» no es suficiente, el psicópata usará entonces «material de atrezo»: credenciales falsas, un automóvil deslumbrante, ropa cara, una historia personal que inspire lástima, etc.
Naturalmente, los psicópatas no son las únicas personas capaces de hacer teatro. Todos hemos conocido a individuos que «actúan» permanentemente: extravagantes personalidades que gesticulan sin cesar y usan un lenguaje manipulador y exagerado. Algunas de sus interacciones con otras personas son, sin lugar a dudas, superficiales y nada sinceras, destinadas a dar una buena impresión, a reforzar una pobre autoestima o conseguir metas profesionales o políticas. Pero la diferencia es que la intención de los psicópatas no es simplemente impresionar al prójimo.
La vida en sociedad se basa en la confianza y normalmente ponemos más atención a lo que se dice que al lenguaje no verbal que lo acompaña: los gestos de las manos, los movimientos faciales, las sonrisas, el contacto visual. Sin embargo, cuando la persona que habla es atractiva y ofrece un comportamiento no verbal deslumbrante, los efectos se pueden invertir. Entonces, prestamos más atención a la exhibición que a aquello de lo que nos hablan.

Los «anzuelos» que usan algunos impostores pueden parecer estrafalarios y estúpidos, pero no son pocos los que tienen ansias de creer.

Ed Lopes, un hombre de 56 años, se hizo pasar durante seis años por pastor bautista. Había encontrado a Dios después de una experiencia a las puertas de la muerte. Lopes afirmaba haber trabajado para la mafia durante quince años, durante los cuales había ejecutado a veintiocho personas. A pesar de todo, explicó a su rebaño y a otros grupos religiosos del Estado de Washington que había estudiado la Biblia con Billy Graham y que había salido de la cárcel gracias a las peticiones de los trescientos cincuenta funcionarios de la prisión.
Desenmascarado recientemente, Lopes admitió haber violado la libertad condicional en Illinois, estrangulado a su segunda mujer, golpeado hasta la muerte a otra mujer y apuñalado y estrangulado a su novia. ¿Cuál fue la respuesta de su congregación? A algunos miembros les consternó la noticia, pero otros reunieron el dinero para la fianza (que era ridículamente baja: tan sólo 5.000 dólares) y se manifestaron en su apoyo. Por suerte, el tribunal cambió de opinión y anuló la posibilidad de libertad bajo fianza. Lopes fue devuelto a la cárcel en espera de los trámites legales para trasladarlo a Illinois (extraído de Associated Press, 8 y 10 de enero de 1992).

Cuando hablan, los psicópatas suelen hacer un uso muy efectivo del lenguaje corporal y a veces nos resulta difícil evitar seguir todos sus movimientos. También tienden a introducirse en nuestro espacio personal, por ejemplo a través de un contacto visual intenso, inclinándose hacia nosotros, acercándose en demasía, etc. En conjunto, su puesta en escena puede ser tan teatral o desconcertante que conseguirá distraernos, impresionarnos, controlarnos o intimidarnos, dirigiendo nuestra atención lejos de aquello que está diciendo en esos momentos. «No he captado nada de lo que estaba diciendo, pero hablaba de una forma tan maravillosa. Tenía una sonrisa magnífica», afirmó una mujer que había sido estafada por uno de los psicópatas que estudiamos.

APROVECHARSE DE LAS DEBILIDADES AJENAS

Si tiene algún punto débil, puede estar seguro de que el psicópata lo encontrará y, si puede, lo explotará, dejándole herido y aturdido. Los ejemplos que a continuación le mostramos ilustran las misteriosas habilidades de los psicópatas para detectar nuestras vulnerabilidades y presionar los botones adecuados:
— En una entrevista, uno de nuestros psicópatas, timador profesional, decía cándidamente:
«Cuando trabajo, la primera cosa que hago es formarme una idea de ti. Busco el ángulo adecuado, el lugar por donde entrar, calculo lo que necesitas y te lo doy. Después, te llega la hora de darme algo a cambio, y con intereses. Puedes estar seguro de que te apretaré los tornillos».
— William Bradfield, el profesor psicópata que describí antes, «nunca atacó a mujeres atractivas. [...] [Él] podía oler la inseguridad y la soledad como un cerdo huele las trufas».
— En una fría escena de la película El cabo del miedo, el personaje psicópata interpretado por Robert De Niro logra enredar y seducir a una chica de quince años, actuando certeramente sobre su sexualidad recién despertada.

El cruel uso de la soledad es la marca de fábrica de los psicópatas. Uno de nuestros pacientes solía buscar mujeres deprimidas e infelices en bares de solteros. En una ocasión, sedujo a una de esas mujeres, la convenció de que necesitaba un coche y le vendió el suyo por 4.000 dólares. Antes de que ella se diese cuenta, desapareció con el dinero y, por supuesto, con el coche. Ella estaba demasiado avergonzada como para denunciarlo.
Los psicópatas no dudan en utilizar la necesidad que tenemos todos de encontrar un propósito en la vida. Tampoco vacilan a la hora de atacar a los confundidos, frágiles o desamparados. Uno de nuestros pacientes estudiaba cuidadosamente las notas necrológicas de los periódicos buscando personas mayores que hubiesen perdido a su cónyuge. Le interesaban aquellas a las que no les quedase ningún familiar vivo. En cierto caso, haciéndose pasar por «orientador emocional», persuadió a una viuda de setenta años para que le diese poderes para dirigir sus negocios. Sus planes finalmente fracasaron gracias a las sospechas de un párroco atento, que revisó los datos del impostor descubriendo que se trataba de un estafador (y que además había violado los términos de su libertad condicional). «Estaba sola y yo sólo intentaba alegrarle un poco la vida», decía nuestro paciente.
— Los psicópatas poseen una extraordinaria habilidad para descubrir y utilizar a mujeres «amamantadoras», es decir, aquellas que tienen una gran necesidad de ayudar o de hacer de madre. Muchas de esas mujeres trabajan en el campo de la salud o de la asistencia social: enfermeras, trabajadoras sociales u orientadoras, y de forma natural tienden a ver la bondad que hay en los demás y a obviar o minimizar sus defectos: «Tiene problemas pero yo puedo ayudarle» o «Tuvo una infancia muy difícil, todo lo que necesita es alguien que le dé cariño». Estas mujeres demuestran una fe excesiva en su capacidad para ayudar; tienen los puntos para acabar emocional, psíquica y financieramente agotadas.
Una de mis anécdotas favoritas trata de un delincuente psicópata, el «misil cazaamamantadoras», al que todos envidiaban por su incesante flujo de visitas femeninas. En su expediente delictivo abundaban los episodios de violencia contra individuos de ambos sexos y no era particularmente atractivo. Ni siquiera tenía una conversación interesante. Pero poseía ciertas cualidades que algunas mujeres, empleadas del centro incluidas, encontraban atractivas. Una mujer comentaba que «siempre tenía el impulso de abrazarle amorosamente». Otra decía de él: «Necesita los cuidados de una madre».

DEFORMAR LA REALIDAD

Más allá de esta experiencia indirecta —generalmente segura— del lado oscuro de la naturaleza humana, la triste realidad es que el psicópata a menudo consigue satisfacer fácilmente su necesidad de autogratificación gracias a que algunas personas están muy dispuestas a representar el papel de víctima. En algunos casos, el individuo simplemente rechaza creer que el psicópata se está aprovechando de él. Por ejemplo, el marido de una de nuestras psicópatas desmentía vehementemente a sus amigos cuando éstos le informaban de que su mujer le estaba engañando. Continuaba convencido de la virtud de su mujer incluso después de que ella se fugase con otro hombre. La negación psicológica es un mecanismo importante a la hora de ocultar a la mente consciente hechos dolorosos, a pesar de que nos puede cegar también frente a verdades que son obvias para los demás.
Algunas personas son inmunes a la verdad gracias a su ingenio para deformar y transformar la realidad conforme a su idea de lo que ésta debería ser. La ex novia de uno de nuestros psicópatas percibía el comportamiento delictivo de éste como una expresión de masculinidad y virilidad. Le miró y vio en él a un hombre casi perfecto, «profundamente sensible [...] con capacidad para mover a la gente [...] un hombre sin miedo a nada», tal y como declaró. Y, naturalmente, esas proyecciones que tenía ella de él se ajustaban perfectamente a su autoimagen.

¿QUÉ ALTERNATIVAS TENEMOS?

En estos momentos, seguramente muchos lectores tendrán la inquietante sensación de que si un psicópata se les cruza en la vida poco podrán hacer para protegerse. Sin embargo, a pesar de que el psicópata cuenta con muchas ventajas, hay algunas cosas que podemos hacer para minimizar el sufrimiento y las pérdidas que nos puedan ocasionar. (En el capítulo final expondré una serie de técnicas de supervivencia.)

Capítulo 10
LAS RAÍCES DEL PROBLEMA

Los jóvenes psicópatas.
Para muchas personas, la sola idea de la psicopatía infantil es inconcebible. Sin embargo, hemos aprendido que estos desórdenes de la personalidad se ponen de manifiesto a una edad muy temprana.
Muchas personas se sienten incómodas al aplicar el término psicópata a niños.
Mencionan la existencia de problemas éticos y prácticos, subrayando lo que significa para un niño llevar una etiqueta peyorativa como ésa. Pero la experiencia clínica y la investigación empírica indican claramente que las materias primas de las que está hecho este trastorno pueden existir y, de hecho, existen en los niños. La psicopatía no brota repentinamente, sin anunciarse, en la edad adulta. Los precursores del perfil descrito en los capítulos precedentes se revelan ya en la primera infancia

En los primeros años de escuela, ciertas señales acentúan que no se está produciendo un desarrollo normal:
— mentiras repetitivas, despreocupadas y aparentemente inconscientes, — indiferencia aparente (o incapacidad para entender) frente a los sentimientos, esperanzas y dolor de los demás, — desafían a los padres, a los profesores y, en general, a las normas, — están continuamente metidos en problemas y no se responsabilizan frente a las reprimendas y amenazas de castigos, — roban a otros niños y a los padres, — llevan a cabo agresiones continuadas, intimidaciones y peleas, — tienen un expediente inacabable de ausencias en la escuela, permanecen en la calle hasta tarde y se ausentan de casa, — tienen la costumbre de dañar o matar a animales, — suelen tener experiencias sexuales muy pronto, presentan actitudes vandálicas e incendiarias.

La mayor parte de los niños que acaban siendo psicópatas de adultos llaman la atención de profesores y orientadores ya en sus primeros años de edad, y es esencial que estos profesionales entiendan la naturaleza del problema al que se enfrentan. Si la intervención puede tener alguna oportunidad de éxito será si se lleva a cabo en la infancia. En la adolescencia, las posibilidades de cambiar los patrones de comportamiento del psicópata en estado embrionario son reducidas.
Desgraciadamente, muchos de los profesionales que tratan con estos niños no se enfrentan directamente con el problema, por varias razones. Algunos utilizan un enfoque puramente de comportamiento, prefiriendo tratar con los comportamientos específicos: agresión, robo, etc., más que el trastorno de personalidad con su combinación compleja de rasgos y síntomas. Otros se sienten incómodos con las consecuencias potenciales de un diagnóstico que generalmente se cree intratable. También los hay que encuentran difícil imaginar que los comportamientos y síntomas que ven en sus jóvenes clientes no son simplemente formas exageradas de un comportamiento normal, el resultado de unos padres incompetentes o las consecuencias de un ambiente social pobre y consecuentemente tratable (una simple cuestión de inmadurez, argumentan). Todos los chicos son egocéntricos, mentirosos y manipuladores hasta un cierto grado, pero recordemos que el control de estos niños es excesivo para sus padres y que sus actitudes no remiten con el tiempo, sino que más bien empeoran.

LOS ORÍGENES

Quienes alguna vez hemos estudiado la psicopatía en los niños nos enfrentamos rápidamente con una cuestión simple pero fundamental: ¿por qué? Como mencionamos anteriormente, muchos adolescentes se alejan del camino correcto debido a un pobre ambiente social —padres abusivos, pobreza, falta de oportunidades laborales, malas compañías— pero el psicópata parece alejado del camino desde el inicio. Nuevamente, ¿por qué?
Desgraciadamente, las fuerzas que producen un psicópata son todavía oscuras para los investigadores. Sin embargo, algunas rudimentarias teorías acerca de sus causas son considerablemente valiosas. En un extremo del espectro están las teorías que consideran la psicopatía como el producto de factores genéticos y biológicos (naturaleza) , mientras que las teorías del otro extremo del espectro argumentan que la psicopatía es el fruto, desde un primer momento, de un ambiente social defectuoso (educación). Como con la mayoría de controversias, la «verdad» se halla en algún lugar intermedio. Es decir, las actitudes psicopáticas y comportamientos afines son el resultado de la combinación de factores biológicos y fuerzas ambientales.

Un interesante modelo biológico afirma que la psicopatía resulta de un daño o de una disfunción temprana del cerebro, especialmente en la parte frontal, zona que juega el papel más importante en las actividades mentales de más alto nivel. Este modelo está basado en algunas similitudes aparentes entre el comportamiento de los psicópatas y el de pacientes con lesiones en los lóbulos frontales de sus cerebros. Estas similitudes incluyen una mala planificación a largo plazo, la poca tolerancia a la frustración, una afectividad superficial, irritabilidad y agresividad, un comportamiento social inadecuado e impulsividad.
Sin embargo, investigaciones recientes han fracasado a la hora de encontrar alguna evidencia de lesiones en el lóbulo frontal de los psicópatas. Por otra parte, es posible que las similitudes entre psicópatas y pacientes con lesiones en el lóbulo frontal sean solamente superficiales o, por lo menos, no más importantes que las diferencias. A pesar de todo, muchos investigadores han afirmado persistentemente que algunos tipos de disfunciones del lóbulo frontal, que no incluyen necesariamente las lesiones, pueden subyacer a la impulsividad del psicópata y al fallo frecuente en la inhibición de comportamientos inadecuados. Está muy aceptado que el lóbulo frontal desempeña un papel crucial en la regulación del comportamiento y parece razonable hipotetizar que, por alguna razón —«unas conexiones defectuosas» o lesiones tempranas—, es relativamente inefectivo en la regulación del comportamiento del psicópata.

EL MODELO INTERACTIVO: NATURALEZA Y EDUCACIÓN

La tesis que yo defiendo es que la psicopatía surge de una compleja y poco entendida interacción entre diferentes factores biológicos v fuerzas sociales. Esta interacción está basada en la evidencia de que los factores genéticos contribuyen al desarrollo biológico del cerebro y también a su funcionamiento. A su vez, mi teoría también tiene en consideración la estructura básica de la personalidad, que a su vez influye en la manera en la que el individuo responde e interactúa con las experiencias de la vida y su ambiente. En efecto, los elementos necesarios para el desarrollo de la psicopatía —incluyendo una profunda incapacidad para experimentar empatía y emociones, incluido el miedo— son proporcionados en parte por la naturaleza y posiblemente por algunas influencias biológicas desconocidas en el desarrollo del feto y del recién nacido. Como resultado, la capacidad para desarrollar controles internos y conscientes y para hacer «conexiones» emocionales con los otros es muy reducida.

Esto no quiere decir que los psicópatas estén destinados a desarrollarse a través de un camino fijo ni que hayan nacido para jugar el papel de desviados sociales. Pero sí implica que sus cualidades biológicas, su materia prima ambiental, social y experiencial forman un individuo único y proporcionan unas bases limitadas para la socialización y para la formación de la conciencia. Usando una analogía sencilla, el alfarero es habilidoso a la hora de moldear la cerámica a partir de la arcilla (educación), pero las características de la cerámica también dependen del tipo de arcilla disponible (naturaleza).
Aunque los psicópatas no suelen ser el resultado de una mala educación por parte de los padres o de experiencias traumáticas en la infancia, creo que éstas juegan un papel importante en el desarrollo de una serie de disposiciones naturales claves. Los factores sociales y la actuación de los padres influyen en la forma en que el trastorno se desarrolla y se expresa en forma de comportamiento.
Así, el individuo con rasgos psicópatas que crece en una familia estable y tiene acceso a fuentes sociales y educacionales positivas puede convertirse en un estafador o en un criminal de cuello blanco o quizás en un empresario, político o profesional tenebroso. Y otro, con muchos de los mismos rasgos de personalidad, pero en un entorno privativo y perturbado, puede convertirse en un bala perdida, un mercenario o un violento criminal.
En todos los casos, los factores sociales y el tipo de interacción familiar contribuyen a la hora de conformar la expresión de comportamiento del trastorno, aunque todo ello tiene menos efecto sobre la incapacidad individual para sentir empatía o para desarrollar una conciencia. Los condicionamientos sociales no generarán por sí mismos ninguna capacidad para cuidar a los demás ni ningún poderoso sentido de lo correcto y lo incorrecto. Usando la analogía anterior, «la arcilla» del psicópata es mucho menos maleable que la arcilla que los alfareros de la sociedad normalmente tienen que trabajar.
Este punto de vista tiene una clara implicación en el sistema

OTRA MIRADA AL CAMUFLAJE DE LA SOCIEDAD

El tema de los orígenes de la psicopatía está adquiriendo cada día más importancia debido a que el conflicto social no para de aumentar.
Si, como creo, nuestra sociedad se está moviendo en la dirección de permitir, reforzar e incluso valorar algunos de los rasgos patológicos enumerados en el Psychopathy Checklist —rasgos como la impulsividad, la irresponsabilidad, la falta de remordimientos, etc—, nuestras escuelas pueden estar creando un microcosmos muy peligroso. Una «sociedad camuflada», donde los verdaderos psicópatas se pueden ocultar muy bien para continuar sus caminos de destrucción y autogratificacion. Lo peor es que ponen en peligro a la población estudiantil en general. Un ejemplo de esto es el caso del asesinato que hemos comentado antes, donde veinte jóvenes sabían quién era el culpable pero, por diferentes motivos, no se lo dijeron a nadie. Ello nos sugiere que nuestra sociedad está no sólo fascinada por la personalidad psicopática, sino que es además cada vez más tolerante con ella. Pero aún más terrible es la posibilidad de que esos psicópatas se conviertan en retorcidos modelos de comportamiento para niños de familias disfuncionales o procedentes de comunidades desintegradoras en las que poco se valora la honestidad, el juego limpio y la conciencia del bienestar de los demás.

PRÓXIMAMENTE
Capítulo 12
Para lectura de capítulos precedentes, acudir a Índice Temático.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablando de psicópatas que se benefician de la ingenuidad e inocencia:

El copy/paste de doctor cuentico

http://dotorqantico.wordpress.com/2012/02/15/el-copypaste-de-doctor-cuentico/

Anónimo dijo...

Gracias por volcar la información del Dr. Robert Hare. Es muy esclarecedor de muchas cosas.

NuMaN dijo...

Como siempre,gracias por brindarnos información tan importante en ESTE momento particular de nuestra especie.
Un abrazo!

Matuschek & Compañía dijo...

NuMan, gracias. Soy el primero que está aprendiendo cosas muy interesantes gracias a este libro. Un abrazo.