jueves, 23 de febrero de 2012

SIN CONCIENCIA 8 (y último)

Dr. Robert Hare
Sin Conciencia – El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean
Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths Among Us (1993 y 1999)

Para lectura de capítulos precedentes, acudir a Índice Temático.

Capítulo 12
¿SE PUEDE HACER ALGO?

¿Por qué parece que nada funciona?
Una asunción básica de toda psicoterapia es que el paciente necesita y desea que le ayuden. Sus problemas emocionales y psicológicos son dolorosos o le hacen la vida difícil: ansiedad, depresión, baja autoestima, timidez, pensamientos obsesivos, conductas compulsivas, por nombrar unos cuantos. Una terapia exitosa también requiere que el paciente colabore activamente con el terapeuta a la hora de buscar alivio para sus síntomas.
Resumiendo, el paciente debe reconocer que hay un problema y debe querer hacer algo al respecto.
Y ahí está la piedra angular del problema: los psicópatas no sienten que tienen problemas emocionales o psicológicos y no ven razón para cambiar su conducta para adaptarse a unos estándares sociales con los que no están de acuerdo.
Los psicópatas están generalmente satisfechos con ellos mismos y con su paisaje interior, por mucho que éste pueda ser sombrío para los observadores externos. Ellos no ven qué mal hacen con su vida, casi no experimentan malestar y encuentran que su conducta es racional, gratificante y satisfactoria; nunca miran hacia atrás con arrepentimiento o hacia adelante con preocupación. Se perciben a sí mismos como seres superiores en un mundo hostil en el que todos compiten por los recursos y el poder existente. Los psicópatas se sienten legitimados para manipular y engañar a los demás y así gozar de sus «derechos».
Sus interacciones sociales están planeadas para ser ellos quienes aprovechen la malevolencia general que ven en la sociedad. Dadas esas actitudes, no es sorprendente que el propósito de la mayoría de los enfoques psicoterapéuticos no tenga efecto con los psicópatas.
También hay otras razones por las que los psicópatas son tan malos candidatos para la terapia. Consideremos lo siguiente:
Los psicópatas no son individuos «frágiles». Lo que piensan y hacen es consecuencia lógica de la estructura de una personalidad sólida como una roca, extremadamente resistente a la influencia exterior. Cuando inician la terapia, sus patrones de actitud y de conducta suelen estar bien atrincherados y son difíciles de cambiar, incluso bajo las mejores circunstancias.
Muchos psicópatas se ven protegidos por su familia o sus amigos. Así, su conducta puede permanecer oculta y sin castigo. Otros, más hábiles, se las arreglan para pasar por la vida sin muchos inconvenientes. Incluso aquellos que son castigados por sus transgresiones suelen culpar al sistema, al prójimo o al destino de sus apuros. A todos, menos a ellos mismos. Muchos, simplemente, disfrutan de su estilo de vida.
— A diferencia de otros individuos, los psicópatas no buscan ayuda por su cuenta.
Normalmente, son sus desesperados familiares quienes les empujan a que inicien una terapia. Otras veces, son obligados por una orden judicial o se les impone como condición para obtener la libertad condicional.
— Una vez en terapia no suelen hacer más que cumplir con las formalidades. Son incapaces de mostrar la más mínima intimidad emocional o búsqueda interior. Las relaciones interpersonales, cruciales para el éxito terapéutico, no tienen valor intrínseco para el psicópata.
— La mayoría de programas terapéuticos hacen poco más que darles a los psicópatas excusas y racionalizaciones para su conducta y nuevas ideas para atacar la vulnerabilidad humana. Pueden aprender nuevas y mejores maneras de manipular a la gente, pero no cambian su propia visión y sus actitudes. No les interesa entender que los demás piensan, sienten y tienen derechos. En particular, los intentos de enseñar a los psicópatas a que «sientan realmente» remordimiento y empatía están condenados al fracaso.
Estas funestas conclusiones se aplican tanto a las terapias individuales, en las que el terapeuta y el paciente interactúan frente a frente, como a la terapia de grupo, en que la gente con diferentes problemas trata de aprender nuevas maneras de pensar y sentir acerca de sí mismos y de los demás.

ELEMENTOS DE UN NUEVO PROGRAMA

Ante la necesidad urgente de encontrar nuevas formas de tratar con los delincuentes psicópatas y el pesimismo reinante acerca de los tratamientos tradicionales, el gobierno canadiense me propuso recientemente el reto de diseñar un tratamiento experimental para ese tipo de delincuente. Acepté el reto por dos razones. Primero, como decía antes, porque los programas tradicionales han fracasado en muchos aspectos y ninguno aplica los últimos avances teóricos, clínicos, prácticos (en las cárceles) y de investigación. Segundo, porque existe una necesidad urgente de programas que puedan reducir la probabilidad de que un psicópata y otros delincuentes cometan actos violentos tanto en la cárcel como en la calle.
Lo que hice fue reunir a un grupo de expertos en psicopatía, psiquiatría, criminología, tratamientos correccionales y diseño y evaluación de programas. Después de varias reuniones, decidimos que el objetivo de nuestros esfuerzos serían los psicópatas y aquellos otros delincuentes con tendencia a usar la violencia y esbozamos lo que podría ser un modelo de programa que pudiese tener un mínimo de éxito. El gobierno ha decidido, hace poco, seguir adelante con el programa y se están tomando las medidas necesarias para poner en marcha una unidad experimental en una institución federal.
Aunque en este libro no es posible proporcionar una descripción detallada del programa, sí podemos subrayar algunos principios generales. En un sentido amplio, estos principios se basan en la premisa de que la mayoría de los programas penitenciarios no funcionan en el caso de los psicópatas. La razón es que estos programas intentan devolver a la persona al camino correcto. Desde la perspectiva de la sociedad, los psicópatas nunca se han apartado del camino porque nunca han estado en él; bailan al ritmo de su propia música.
Esto significa que nuestro programa no dedicará muchos esfuerzos a intentar desarrollar empatía o conciencia en los psicópatas, sino que tratará de convencerles de que sus actitudes y su conducta actual no van a favor de sus intereses y que deben hacerse responsables de su comportamiento. Al mismo tiempo, intentamos mostrarles cómo usar sus fuerzas y habilidades para satisfacer sus necesidades de manera que la sociedad pueda tolerarlos.
Asimismo, es fundamental que el programa incluya un control muy estricto y una férrea supervisión, así como claras e irrevocables consecuencias ante las transgresiones del mismo, de las reglas institucionales o de la sociedad. Aprovechará e intentará acelerar, a su vez, esa mejora «espontánea» que experimentan los psicópatas con la edad.
Después de las distintas fases del programa se aplicará un control estricto y una intensa supervisión del sujeto una vez se reintegre en la sociedad.
El diseño del programa permitirá la evaluación empírica de una serie de componentes del tratamiento o módulos (qué funciona y qué no funciona para cada individuo en particular). Algunos componentes pueden ser efectivos con los psicópatas pero no con los otros delincuentes y viceversa. Los participantes en el programa serán debidamente comparados con un grupo de control (formado por individuos que no siguen ningún tratamiento) de delincuentes.
Un programa de este tipo será caro y siempre tendrá el peligro de erosión a causa de las cambiantes necesidades institucionales, la presión política y el interés de la comunidad. Y es probable que los resultados sean, al principio, modestos. Sin embargo, las alternativas —como mantener el gasto de tener a los delincuentes de alto riesgo en cárceles seguras o correr el riesgo de dejarles salir— no son muy atractivas.

Y SI NADA FUNCIONA, ¿QUÉ?

Si tiene el lector alguna relación con un auténtico psicópata, es importante que tenga en cuenta que la prognosis actual en cuanto a una mejora significativa de su actitud es mala.
Incluso si el programa experimental descrito arriba da frutos, no será de mucha utilidad para los psicópatas que no se encuentren en la cárcel o sujetos a un férreo control.
Si el lector está casado o vive con un psicópata, es posible que sospeche que las cosas no van a ir mejor. También puede sentirse atrapado por las circunstancias, incapaz de escapar sin poner en riesgo su propia persona o a los demás (especialmente a sus hijos). El problema es especialmente difícil —y peligroso— para las mujeres que viven con psicópatas con una fuerte necesidad de controlar y poseer a la gente. Muchas mujeres pueden pensar: «Si yo cambio quizá todo se arregle. Puedo intentarlo de verdad, no meterme en su vida, ser más tolerante, darle más». Sin embargo, como la bibliografía sobre los malos tratos a mujeres atestigua, tales cambios no suelen hacer más que reforzar y perpetuar el problema.
Por supuesto, la mejor estrategia, en primer lugar, es evitar enredarse con un psicópata.
No hay duda de que se trata de algo más fácil de decir que de hacer, pero hay algunas cosas que podemos llevar a cabo para protegernos. Si no funcionan, lo único que nos queda es intentar minimizar el daño que nos puede infligir. El siguiente capítulo ofrece algunos consejos prácticos sobre cómo protegerse y cómo controlar los daños.

Capítulo 13
GUÍA DE SUPERVIVENCIA

La policía nos informa de que algunos ladrones pueden entrar hasta en la casa más segura. Sin embargo, también nos dice que el saber cómo trabajan los cacos, el sentido común y un buen sistema de alarma o un perro agresivo pueden reducir el riesgo de que nos roben. De la misma forma, aunque no podamos ser completamente inmunes a las maquinaciones de los psicópatas, existen algunas medidas que pueden reducir nuestra vulnerabilidad.

PROTÉJASE A SÍ MISMO

Sepa con quién está tratando. Parece fácil, pero en realidad no lo es. Aunque este libro puede ayudar, toda la lectura del mundo no le protegerá de los efectos devastadores de los psicópatas. Todos, incluidos los expertos, podemos ser manipulados, timados y utilizados.
Un buen psicópata puede hacer bailar a cualquiera al ritmo que le plazca.
Los psicópatas se encuentran en cualquier estrato de la sociedad y hay muchas posibilidades de que tengamos, a lo largo de nuestra vida, un humillante y doloroso encuentro con uno de ellos. Nuestra mejor defensa es entender la naturaleza de estos depredadores humanos.

Intente no dejarse influir por las apariencias. No es fácil evitar los efectos de la sonrisa encantadora de los psicópatas, su cautivador lenguaje corporal y su conversación fluida.
Todo ello nos puede cegar hasta el punto de no percibir sus verdaderas intenciones. Pero hay algunas cosas que vale la pena intentar. Por ejemplo, no preste demasiada atención a las características inusuales —y cautivadoras— de la gente nueva que conozca —miradas interesantes, presencia poderosa, gestos hipnotizadores, voz encandiladora, respuestas rápidas e ingeniosas, etc—. Cualquiera de estas características puede tener un increíble efecto de prestidigitación y les sirve a ellos de distracción para que no veamos el mensaje real.
Muchas personas encuentran que es muy difícil aguantar la mirada intensa, inexpresiva (de emociones) o depredadora del psicópata. La gente normal mantiene el contacto visual con los demás por muchas razones, pero la mirada fija del psicópata es más un preludio de la autogratificación y del ejercicio del poder que un mero interés o una atención empática.
Algunas personas responden a la mirada fría del psicópata con mucho malestar, casi se sienten presas en presencia del depredador. Otros pueden sentirse completamente superados e intimidados, quizás incluso controlados, sin saber a ciencia cierta qué les está sucediendo. Sea cual sea el significado psicológico de su mirada, está claro que el contacto visual intenso es un factor importante en la habilidad de algunos psicópatas para manipular y dominar a los demás.
La próxima vez que se encuentre tratando con un sujeto cuyo lenguaje no verbal — contacto visual fascinante, movimiento de manos teatral, «escenografía exagerada», etc.— tienda a abrumarle, cierre los ojos y mire hacia otro lado y escuche lo que la persona está diciendo.

¿Son los ojos «las ventanas del alma»? Mucha gente cree que sí. Aunque los ojos son en realidad indicadores muy falibles del mundo interior de una persona, sí que transmiten cierta información, especialmente cuando el mensaje que nos dan es incoherente con la expresión facial y la conducta verbal de la persona en cuestión. «Cuando los ojos dicen una cosa y la lengua otra, un hombre con experiencia se fía de los primeros» es uno de los cientos de máximas que se pueden citar al respecto.
Una conocida mía me contó sus experiencias con un «Don Juan». Un hombre que le robó el corazón con la intención de controlarla y apalearla emocionalmente. «Me costaba mirarle a los ojos porque me confundían. No sabía qué había detrás de ellos. No me decían qué pensaba o qué intenciones tenía», decía.

No se ponga vendas en los ojos. Inicie sus relaciones con los ojos bien abiertos. Como la mayoría de la gente, los timadores y «Don Juanes» psicópatas esconden su parte oscura o negativa sencillamente «mostrando al principio lo mejor de uno». Pero ellos van más allá.
Explotan el axioma de que las relaciones sociales se basan en la confianza y que es imposible para nosotros prestar una atención absoluta (desconfiada y cínica) a todo lo que nos dicen. De esa manera, intentan abrumar a sus víctimas con halagos, interés fingido, amabilidad e historias inventadas acerca de negocios y estatus social. Al poco, aparecen las contradicciones y empieza a caérseles la máscara que llevan. Pero una vez atrapados en su red de engaño y control, será difícil salir indemne financiera y emocionalmente.

La policía y las asociaciones de consumidores nos advierten de que tengamos especial precaución cuando nos ofrezcan productos demasiado buenos para ser verdad. Se trata de un buen consejo y, si lo seguimos, nos ayudará a protegernos de la trampa mortal del psicópata. Al menos deberíamos intentar comprobar las intenciones de aquellos desconocidos que se interesen por nosotros desde un punto de vista financiero o romántico.
No estoy sugiriendo que contratemos a un detective privado cada vez que conozcamos a alguien en una fiesta o en un bar, pero sí que indaguemos lo razonable. Pregúntele acerca de sus familiares y amigos, su empleo, dónde vive, qué planes tiene, etc. Cuando les preguntan sobre su vida personal, los psicópatas normalmente dan respuestas evasivas, vagas e incoherentes. Sospeche de tales respuestas e intente verificarlas.

— Manténgase en guardia en situaciones de alto riesgo. Algunas situaciones parecen hechas a medida para los psicópatas: bares de solteros, clubes sociales, complejos turísticos, cruceros, aeropuertos extranjeros, por nombrar unos cuantos. En todos los casos, la víctima potencial se halla sola, intenta pasarlo bien, vivir experiencias emocionantes o encontrar compañía. Y como por arte de magia, surge un alma dispuesta a satisfacer esas necesidades, aunque ya sabemos que esconde una motivación perversa.

Conózcase a sí mismo. Los psicópatas son muy habilidosos a la hora de detectar y explotar los puntos débiles de la gente, en apretar los botones adecuados. Su mejor defensa será conocerse a sí mismo: saber cuáles son sus puntos débiles y estar alerta cuando alguien apunte a ellos. Juzgue a esas personas más críticamente de lo que lo hace con aquellos que no ven sus vulnerabilidades.
Si usted es una de esas personas a las que les encanta que les echen piropos, dé por seguro que lo lleva escrito en la frente. Se trata de una invitación demasiado suculenta para el depredador. Regodearse en las adulaciones puede ser agradable al principio, pero doloroso al final.
Si usted tiene alguna dolencia sentimental, será particularmente vulnerable a los psicópatas. La gente que está sola y tiene dinero son sus objetivos favoritos.
Conocerse a uno mismo no es siempre fácil. El autoanálisis, las conversaciones francas con la familia y amigos y las consultas profesionales pueden ser de gran ayuda.

CONTROLAR LOS DAÑOS

Obtenga consejo profesional. Recibo muchas llamadas de personas preocupadas porque piensan que su marido, su esposa, su hijo o un amigo es un psicópata y quieren que les dé consejo sobre qué hacer. Yo no puedo dar consejos en tales condiciones. Un buen diagnóstico, llevado a cabo por un clínico reconocido, cuesta tiempo y requiere mucha información fiable, incluida una extensa entrevista con el sujeto en cuestión y acceso a información colateral y corroborativa por parte de diferentes fuentes: empleadores, miembros de la familia, amigos, socios, la policía, etc.
Asegúrese de que el clínico que consulta conoce la bibliografía sobre la psicopatía y que ha tenido experiencia con psicópatas, preferiblemente en el contexto de una terapia familiar. Si dispone de los recursos necesarios, obtenga varias opiniones. Puede llegar a ser muy frustrante. No recuerdo cuántas personas me han llamado, normalmente esposas o padres, expresándome lo mal que se sienten porque los clínicos a los que han acudido no les entienden.

No se culpe a sí mismo. Cualesquiera que sean las razones por las que se ha relacionado con un psicópata, es importante que no se culpe por lo que él o ella hace. Los psicópatas juegan al mismo juego con todo el inundo. Por supuesto, su propia personalidad y conducta tendrán algo que ver con el tipo de interacciones que establezcan. Por ejemplo, una mujer que pelee por sus derechos puede ser objeto de abusos físicos, mientras que una más sumisa puede pasarse la vida preguntándose dónde está su mujeriego esposo. Otra puede abandonarlo a la primera señal de problemas y no volver a verlo jamás. En los tres casos, el problema fundamental es tener un marido psicópata.

- No pierda de vista quién es la víctima. Los psicópatas dan frecuentemente la impresión de que son ellos los que sufren y que precisamente sus víctimas son los únicos culpables de todo. Pero lo cierto es que ellos sufren mucho menos que usted y por diferentes razones. No gaste su compasión con ellos; sus problemas no juegan en la misma liga que los de usted. Si sufren, fundamentalmente es porque no obtienen lo que desean, mientras que usted lo hace a consecuencia de los batacazos físicos, emocionales y financieros que le han infligido.

Dese cuenta de que no está solo. La mayoría de los psicópatas tienen muchas víctimas.
Es bastante probable que un psicópata que le esté causando dolor se lo esté causando también a otras personas. Hablar con ellas e intercambiar experiencias puede ayudarle a manejar el problema, aunque sólo sea para demostrarle que la culpa no es suya. Todos somos vulnerables a los psicópatas y no hemos de sentir vergüenza si caemos en sus garras.
A veces, puede ser difícil aceptar que hemos sido timados. Incluso podemos no atrevernos a denunciarlo a la policía o a testificar delante de un juez. Si indaga un poco, seguro que se encontrará con la sorpresa de que mucha gente de su comunidad ya ha caído antes en sus garras.

— Tenga cuidado con las guerras de poder. Tenga en cuenta que los psicópatas tienen una fuerte necesidad de control psicológico y físico. Siempre quieren tener el control y usarán su encanto, la intimidación o la violencia para asegurar su autoridad. En una lucha de poder, al psicópata sólo le interesa ganar. Eso no significa que no deba luchar por sus derechos, sólo que será difícil hacerlo sin el riesgo de sufrir serios traumas emocionales y físicos.

— Establezca unas normas mínimas inamovibles. Aunque las guerras por el poder con un psicópata son difíciles, puede ser que pueda imponer algunas normas básicas de convivencia (tanto para usted como para el psicópata). Ahí empezará a hacer la transición de víctima a persona que se cuida a sí misma. Por ejemplo, puede establecer que nunca más le pagará la fianza, bajo ninguna circunstancia.

No espere cambios espectaculares. En gran medida, las personalidades de los psicópatas están «grabadas en piedra». Existe poca probabilidad de que cualquier cosa que hagamos produzca cambios fundamentales y perdurables. Es muy posible que prometan cambiar e incluso que muestren cambios a corto plazo, pero, si piensa que esos cambios van a ser permanentes, en la mayoría de casos se enfrentará a años de desilusiones. Aunque algunos psicópatas «maduran» un poco con los años y, a consecuencia de ello, es más fácil vivir con ellos, en la mayoría de casos siguen siendo los de siempre.

— Decida cortar con la situación en un momento dado. El psicópata puede conseguir hacer añicos la autoestima de cualquiera y convencer a la misma víctima (e incluso a los amigos de ésta) de que es una persona lerda con la que no vale la pena malgastar el tiempo. Cuanto más entre en su juego, más querrá el psicópata saciar su sed de poder y control.
Más que intentar adaptarse a una situación que no tiene salida (normalmente, la gente suele claudicar, aceptar «la cruz» que le ha tocado o perder la identidad personal), lo adecuado es reconocer que la supervivencia emocional y física de uno requiere que nos hagamos cargo de nuestra vida. Es posible que se trate de un paso difícil —y hasta peligroso que requiera apoyo legal y clínico.

Acuda a grupos de ayuda. En el momento en que sus sospechas le hayan llevado a buscar un diagnóstico, ya sabrá que está metido en una situación larga y difícil de resolver.
Existen organizaciones y grupos que ayudan a las víctimas de delitos a entender y superar su dolor. Como mínimo, las víctimas aprenden que no están solas y que pueden compartir sus experiencias con otras víctimas. La mayoría de zonas urbanas dispone de centros de apoyo donde se lidia con la violencia doméstica, con niños emocional y conductualmente desequilibrados y donde se defienden los derechos de las víctimas. Según la naturaleza del problema, uno de esos grupos puede ser de gran ayuda para usted. Pero lo que realmente se necesita son grupos de apoyo específicos para víctimas de psicópatas.
Quizás este libro ayude a que surjan y se consoliden pronto.

EPÍLOGO

Normalmente, después de haber revisado la bibliografía sobre un tema, los científicos concluyen con la afirmación de que se necesita más investigación. Yo también lo haré, por dos razones.
Primero, a pesar de que llevamos más de un siglo de estudio clínico y varias décadas de investigación científica, el misterio de la psicopatía sigue sin resolverse. Algunos hallazgos recientes han arrojado cierta luz sobre la naturaleza de este trastorno y ahora podemos definir sus límites con más claridad. Pero el hecho es que, comparado con otros trastornos clínicos, sobre psicopatía se ha investigado muy poco, aun cuando es responsable de más malestar social que todos los demás trastornos juntos.
Segundo, más que recoger e intentar pegar los trozos del jarrón roto, debemos intentar evitar que se caiga. Sin duda, lo importante en estos momentos es aumentar los esfuerzos para entender este extraño trastorno e intentar encontrar nuevas formas de intervención precoz. Si no lo hacemos, sólo nos queda seguir dedicando ingentes recursos al procesamiento, encarcelación y supervisión de los psicópatas después de que hayan cometido los delitos (y continuar ignorando la situación de sus víctimas). El sistema judicial gasta millones de dólares al año en un vano intento de «rehabilitar» o «resocializar» a los psicópatas y a otros delincuentes persistentes. Pero esos términos —populares entre los políticos y los administradores de prisiones— son poco más que palabras de moda. Tenemos que aprender a socializarlos, no a resocializarlos. Y todo esto requiere de serios esfuerzos de investigación y, sobre todo, de una intervención temprana.
Si fracasamos en resolver el misterio de la psicopatía, el coste financiero y social puede ser impresionante. Es imperativo que continuemos en la búsqueda de las claves que, quizás algún día, lo resuelvan.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Carta a Charles Dickens en su 200 cumpleaños

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=145131

Noam Chomsky: “Israel es la amenaza más importante para la seguridad mundial”

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=145129

Anónimo dijo...

Comentarios sobre Siria, Irán, España, Grecia y América Latina
Entrevista a James Petras

Recientemente un multimillonario compró la principal emisora de televisión de habla española, UNIVISION. El nuevo dueño declaró que su principal preocupación en toda su política es Israel y todo lo que puede hacer para apoyar la agresión a los países árabes. Esta declaración es muy importante porque es la emisora que ocupa el quinto puesto en importancia. Ahora es simplemente un vocero de la política israelí. Ahora hay una mezcla de telenovelas y otras cosas frívolas que mantiene la audiencia de masas pero entre otros medios de comunicación ahora los sionistas controlan el medio principal, influyendo en la comunidad hispana estadounidense.

Anónimo dijo...

Según un estudio de la Universidad de Berkeley

La gente de clase alta es más propensa a violar las normas

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/27/ciencia/1330369339.html